Santo Domingo RD...La velocista Marileidy Paulino
paralizó la mañana de ayer a gran parte del país por 49 segundos cuando compitió en la final de los 400 metros planos y se alzó con la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
La atleta criolla logró parar el reloj a los 49.20 segundos, quebrando así su marca personal. El anterior estaba fijado en (49.38).
La nativa del poblado Don Gregorio, municipio de Nizao, en la provincia Peravia, generó una gran expectativa en todo el país, ya que había mostrado mucha calidad en las competencias en que accionó buscando su pase a la semifinal y a la final.
Fue la segunda medalla de plata lograda por Marileidy Paulino
en los Juegos Olímpicos. La primera la obtuvo el pasado sábado, 31 de julio, como parte del equipo de relevo mixto 4×400.
en los Juegos Olímpicos. La primera la obtuvo el pasado sábado, 31 de julio, como parte del equipo de relevo mixto 4×400.
En esa carrera, Paulino compitió de segundo en el orden y logró a mitad de carrera darle una gran ventaja a su compañera Anabel Medina cuando le entregó la posta para la tercera vuelta.
Medina, finalmente, le entregó a Alejandro Ogando, quien en una llegada espectacular logró rebasar a un competidor de Estados Unidos para llegar a la meta. Reina de Tokio.
La velocista dominicana se convirtió en la “Reina de Tokio” para la delegación dominicana, ya que logró atrapar dos medallas de plata en dos competencias distintas.
Es la primera vez que una atleta (sin importar el sexo) consigue dos medallas en una sola versión.
La Biblia iluminó a RD.
La medallista de plata olímpica en 400 metros planos, Marileidy Paulino, mostró al mundo su fe en el Creador y tras ganar su carrera salió a celebrar con su bandera dominicana y la Santa Biblia en su mano derecha.
Su devoción es tal que también tenía grabado en sus zapatillas esta frase: “Dios es mi esperanza, amén”. Paulino expresó con sus acciones que es una joven creyente en Dios y se deja llevar de su palabra. En cada carrera, Paulino siempre hace la reverencia a Dios con sus manos.
De/José Cáceres
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