Una mujer se lamenta en el suelo por la pérdida de un ser querido tras el accidente del avión de Ethiopian Airlines en Bishoftu, Etiopía.
Foto: AP Photo/Mulugeta Ayene
Ni cuerpos, ni restos, ni prácticamente ninguna otra señal de que hayan vivido alguna vez. Solo las fotografías y los recuerdos es lo que le queda a los familiares de las víctimas del avión Boeing 737 Max 8 de Ethiopian Airlines, siniestrado en la localidad de Bishoftu.
La mayor parte de los parientes, de más de 30 países distintos, llegaron al lugar de la tragedia con el objetivo de recuperar algún rastro de sus seres queridos y poder llevarlo a casa. Sus religiones obligaban a un enterramiento rápido, pero muchos de ellos descubrieron que no quedaba absolutamente nada. Algunos cayeron de rodillas, otros gemían en brazos de sus familiares, incapaces de contener el dolor.
La esperanza es leve. La aerolínea ha confirmado que se han recuperado unos pequeños restos que tienen que ser analizados por los forenses. Los parientes apremian, pero el proceso es lento e incluso se está decidiendo si mandarlos a que sean analizados a un laboratorio londinense.
El accidente causó la muerte a 157 personas entre pasajeros y tripulación. Las investigaciones continúan, mientras que las familias siguen esperando para saber si pueden por fin enterrar a sus víctimas.
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