Evaldas Rimasauskas es un tipo listo. Pero no es un tipo con suerte. Es inteligente porque ideó un sistema para estafar y robarle a dos de las empresas más poderosas y avanzadas del planeta. Pero es un tipo sin fortuna, porque le han pillado. En total, este ciudadano lituano amasó una fortuna de 122 millones de dólares (109 millones de euros al cambio actual) con un método inocente pero tremendamente efectivo: mandar facturas falsas que las compañías aceptaron y pagaron sin rechistar. ¿La estafa del siglo?
Tal y como cuenta The Guardian, Rimasauskas se hizo pasar por el fabricante taiwanés de hardware Quanta Computer e incluso creó en su país natal una sociedad con el mismo nombre. Durante dos años, este delincuente se dedicó a enviar facturas a Facebook y a Google por los más diversos asuntos y, por su puesto, con un número de cuenta.
Durante 24 meses nadie notó nada extraño y las cantidades que Rimasauskas pedía le eran embolsadas en su cuenta bancaria o en otras que creó en países como Chipre, Eslovaquia, Letonia o Hungría.
Su nivel de sofisticación fue creciendo con el paso del tiempo y Rimasauskas incluso falsificó cartas, sellos corporativos, pedidos y contratos a nombre de ejecutivos de las empresas estafadas. Estaba ganando tanto dinero que necesitó crear sociedades pantalla para blanquear el dinero que entraba sin parar gracias a su estafa.
Lo más increíble de toda esta ya de por sí increíble estafa es que Rimasauskas actuó completamente solo, y no necesitó ayuda de nadie para cometer los hechos delictivos.
La estafa se acabó cuando alguien en Google o Facebook se dio cuenta del engaño. Fue entonces cuando se presentó una demanda ante el Departamento de Justicia de los Estados Unidos que falló a favor de las empresas y además protegió su nombre para que no quedaran de pardillas. Sin embargo, gracias a una sentencia de un tribunal lituano sí que reveló que las víctimas eran Google Y Facebook.
Ahora Rimasauskas tiene que pagar 50 millones de dólares a sus víctimas como compensación por la estafa cometida. La gran duda que nos queda es qué ha pasado con los 73 millones que restan para llegar a los 122 que estafó. ¿Se los ha gastado?
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