Santo Domingo RD.- María Celeste García guarda unas medias,
varias piezas de uso interior y una muñeca, que cuando era estudiante le regalaron sus maestros durante la celebración del Día del Niño. El último obsequio que recibió se lo dio su profesora Aura en 1970, cuando cursaba el séptimo curso. “Era una fecha especial para los alumnos que, ansiosos esperábamos ese presente que con amor nos daban en el mes de diciembre junto al cierre de las clases”, exclama. Estos regalos eran los que daban fe y testimonio de la celebración del Día del Niño que en República Dominicana se festeja el 23 de este mes. Estos buenos recuerdos son sólo eso, pues a su juicio la tradición del maestro regalarle a sus alumnos ha cambiado, producto de la transformación de la economía y ¿por qué no?, hasta de la pérdida de los valores culturales. Cándido Dipré, maestro con 29 años de experiencia, asegura que contrario a lo que sucedía en años anteriores, en esta época, la celebración del Día del Niño ha cambiado considerablemente. Coincide con María Celeste García, en el sentido de que en el cambio de esta tradición hay un componente económico y degenerativo. “Con este último punto lo que quiero decir es que, cada vez más, esos valores que aprendimos de nuestros maestros, que con esmero nos daban un regalito en la fecha, se han ido perdiendo y sin lugar a ser pesimista, seguirán desapareciendo, pues no contamos con el ejemplo, que es lo que hace que eso perdure”, comenta. Dipré sostiene que ahora mismo los centros educativos lo que hacen es una fiestecita, pero con la colaboración de los alumnos, “es decir, que se la hacen ellos mismos, porque los maestros maestros y los colegios no invierten en esto, pero antes no era así”. Sin embargo, aclara que hay que tener en cuenta que a veces son tantos los alumnos que eso impide que los maestros les hagan un regalito a todos, pero entiende que eso puede obviarse, y regalarle a todos una linda fiestecita. No sólo en las escuelasSegún Cándido Dipré, el Día del Niño no sólo es para celebrarse en las escuelas, sino para halagarlos en cualquier lugar en que se encuentren. Hay personas que de manera particular aprovechan para hacer en su casa una fiesta en su honor. Puedo poner como ejemplo a Doña Olga, una señora que vive en la zona oriental y que lleva años celebrando el Día del Niño. Para hacerla invita a todos los muchachitos del barrio, les hace un arroz con leche, les brinda dulces, y lo más importante, los enseña a orarle al Niño Jesús. Informa que el Día del Niño es una fecha dedicada a los niños, en la que no sólo se trata de festejarlos, también de promover sus derechos y concienciar sobre la importancia de éstos. Considera que todavía se está a tiempo de reactivar la celebración como en los buenos tiempos, pues sólo falta disposición. Apela a que al menos en esta fecha, la víspera del Nacimiento de Jesús, se aprenda a respetar y a valorar a los niños. MI EXPERIENCIANo soy la protagonista de esta historia, pero no puedo dejar pasar por alto la experiencia que de niña viví en mi natal Constanza, durante los festejos del Día del Niño. Cuando se acercaba la fecha de celebrarlo en la escuela, sabía que en cualquier momento mi madre, Idalia Durán de Quéliz, que no sólo era maestra, sino la directora del centro educativo de La Sabina, se iría hacia La Vega a comprar los regalos para halagar a sus alumnos en la fecha. Era algo muy emocionante. Todos la esperábamos con ansias, pues sabíamos que llegaría cargando una gran cantidad de obsequios, y dentro de ellos, por supuesto, estaban los nuestros, no por ser sus hijos, sino por ser también, sus alumnos. Por fin llegaba el gran día. Todos sabían que podían contar con ese regalo que, quizás no era algo del otro mundo, pero que significaba tanto para los estudiantes. A pesar de que fue con su afecto y entrega al magisterio que se ganó el cariño de sus alumnos, muchos la recuerdan, también por las fiestas del Día del Niño, que ella con entusiasmo y en coordinación con los otros maestros, les celebraba a los estudiantes. La verdad que fue una época muy bonita, y que como yo, muchos aún conservan en sus más valiosos recuerdos. Tanto así que a los 11 años de haber partido hacia el descanso eterno, todavía su nombre es mencionado con respeto y amor por quienes de seguro hoy, estarán recordando aquellas fiestas del Día del niño que celebraba la “profesora Idalia”.
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