domingo, 2 de junio de 2024

Kerlin Ulerio, el joven que pasó de ser empleado a propietario de la empresa en la que trabajó.,

 

Persistencia y valentía son los pilares que Kerlin Ulerio define como la base de su éxito. Antes de emprender, realiza estudios de mercado, viabilidad y riesgos para asegurar la solidez de sus proyectos, partiendo de su estrategia empresarial de diversificar y no “dominicanizar” sus negocios, con el fin de atraer a una mayor cantidad de clientes potenciales


Cuando Kerlin Ulerio comenzó a trabajar en una empresa del sector del entretenimiento nocturno en República Dominicana, no imaginó que años más tarde se convertiría en el dueño de ese negocio, en el que empezó como empleado.

Su trayecto no fue fácil: trabajó largas horas, fue subestimado y enfrentó múltiples desafíos. Sin embargo, cada obstáculo se convirtió en una lección que lo llevó a convertirse en un empresario que hoy inspira a otros jóvenes a seguir sus sueños.

Desde sus primeros años, su vida fue una montaña rusa. Criado en el barrio de Herrera, Santo Domingo Oeste, con muchas limitaciones, su infancia estuvo marcada por la pérdida de su padre a los 12 años.

Su madre, con esfuerzo, sacó adelante a él y a su hermano menor, enseñándoles el valor del trabajo duro. Esta enseñanza se convirtió en la mayor herencia de Kerlin, quien a los 14 años ya trabajaba en un supermercado en República Dominicana, al tiempo que cursaba sus estudios de educación secundaria.

Fue un estudiante meritorio, no porque tuviera los mejores recursos, sino porque tenía claro su propósito de vida.

"En la vida uno abre puertas, y en función de cómo te comportas, esas puertas se mantienen abiertas y te abren otras. Tu objetivo de avance te lleva a aceptar y asumir retos y desafíos", expresa Kerlin en una entrevista con Listín Diario desde uno de sus negocios en Madrid, capital de España.

En 2004 decidió dejar su país natal para buscar nuevas oportunidades en España, sin imaginar que terminaría emprendiendo en un país que no era el suyo. Llegó con poco más que una visa de turista y una maleta con escasas pertenencias, pero con una determinación firme.

Con la ayuda de un amigo, presentó sus documentos y, sorprendentemente, recibió una respuesta favorable del Ministerio de Extranjería en solo 11 días, un proceso que normalmente llevaba hasta seis meses.

"Fue una bendición de Dios, una oportunidad que llegó en el momento justo", recuerda Kerlin sobre aquel momento.

Una anécdota marcó sus primeros días en España: la madre de un conocido que fue a visitar lo miró con desdén y le dijo que no llegaría a ninguna parte por tener "cara de vago". Esta frase no hizo más que fortalecer su determinación y convicción de alcanzar sus metas.


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