lunes, 12 de febrero de 2024

Víctima de explotación sexual: “Me metieron en ese mundo siendo una niña y salí toda una adulta, pero con la idea de convertirme en alguien”

 

Santo Domingo RD. Fue un turista que la “conquistó”. Era

prácticamente una niña, y él, que podía ser su papá, poco a poco se fue haciendo su “amigo” hasta que la envolvió y ella terminó siendo presa de su “negocio”. Fueron varios años de sufrimiento, pero cuando salió, ocho años después, decidió "echar hacia delante".

Un día, caminando con su mejor amiga por una calle cerca de la playa de Boca Chica, quien da vida a la historia de hoy, se encontró con un turista muy "amable" y parlanchín. “Hablaba español, medio enredado, sí, pero se le entendía bien. Nos preguntó nuestros nombres y nos brindó un refresco”. Hasta ahí todo iba bien, aunque la actitud dejaba mucho qué desear. Adolescentes al fin, no advirtieron la señal.

Ellas se reían de sus chistes sobre su experiencia en el país. Les había dicho que tenía poco tiempo aquí, cuando en realidad, llevaba años residiendo en esa localidad. “Ese día nos fuimos a nuestra casa y quedamos muy contentas con nuestro nuevo amigo. Tú sabes, yo con 13 años y mi amiga con 14, una edad en la que ya andaba uno enamorándose”. Se sonríe, pero no deja de sentir vergüenza por su pasado.

Pasaban los días, y en la semana veían a su nuevo amigo hasta tres y cuatro veces. “Un día, yo, que siempre he sido más agentada, le pregunté: ‘¿pero ven acá, y te vas a quedar a vivir aquí, porque dijiste que sólo durarías unos días?’. Él se sonrió y me contestó que estaba muy a gusto en este país”. Le creyeron y siguieron siendo “sus amigas”.

Un mal día, del año 2008, era sábado, cuenta la protagonista de esta historia, “nos invitó para que conociéramos un lugar muy chulo. Es verdad, por fuera se veía como una casa bonita, pero cuando entramos, era un ambiente extraño, luces de colores, bebida y muchos hombres que se notaba que no eran de aquí”. Pide un momento porque al parecer ese recuerdo no le agrada.

Si deseas dejar la entrevista aquí, no hay problema. Estás pálida y lo que menos se quiere con este relato es tocar tu sensibilidad. “Tranquila, es algo normal. Nunca había contado mi historia a nadie, que dicho sea de paso, es una historia dentro de otra historia. Yo me entiendo”. Se le respetó su mordaza con respecto a esto.

Retomando el tema, con mucho pesar continuó: “No pueden imaginarse la situación tan extraña que vivimos. Nunca supimos por dónde fue que entramos, era como si después de estar ahí dentro, se esfumaban las puertas. A él no lo volvimos a ver ese día, y cuando preguntábamos a otras personas, nos ignoraban. Sólo una chica que no tenía 18 años, nos dijo casi en secreto, ya ustedes no podrán salir de aquí, yo tengo mucho sin poder salir”. En esta ocasión se deja ver llorar y sus bien maquillados ojos comienzan a tener otro matiz.

Quisieron sentarse en un rinconcito a llorar y consolarse una con otra, pero un señor les dijo que debían ponerse a trabajar que había demasiados clientes. “Yo me preguntaba, ¿pero qué trabajo? Nos quedamos calladas y él volvía a buscarnos, le preguntamos por nuestro 'amigo' y se burló de nosotras”. Esto le sigue doliendo a pesar de que han pasado casi 16 años.

El caso es que les buscaron un “uniforme” que consistía “en un pantaloncito cortitito y una blusita tipo brassiere, Dios mío, yo no me lo podía creer”. Agacha la cabeza y piensa por un momento. Luego vuelve a seguir con este relato tan cruel.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario