Parece que las malas noticias sobre la COVID-19 no paran de llegar. La última, publicada recientemente en la prestigiosa revista The Lancet, nos explica que los pacientes de COVID-19 tienen más posibilidades de morir si tienen que pasar por una operación. Y los resultados que explica lo dejan bien claro: en algunos casos las probabilidades pasan de apenas un uno por ciento a más de un 16%.
El estudio ha recogido información de 235 hospitales en 24 países, principalmente en Europa pero también en África, Asia o América. Y lo que han encontrado es un aumento en la mortalidad postoperatoria – el dato concreto es la mortalidad total a treinta días, que recoge las defunciones que han tenido lugar desde que el paciente sale del quirófano hasta treinta días después.
Lo interesante es que el aumento de mortalidad se observa en todos los subgrupos analizados. Es decir, en todos los tramos de edad, pero también en los pacientes que tenían enfermedades previas y los que no, los pacientes de alta y baja gravedad, y en todos los tipos de cirugía.
Este último dato es interesante. Porque podemos entender que si alguien está infectado de COVID-19 y tiene que pasar por cirugía de emergencia, de esas que son “a vida o muerte”, el riesgo de muerte es mayor. Pero es que también se da un aumento en las cirugías menores y en las electivas – las que el paciente decide sufrir, pero que no son necesarias para mantenerlo con vida. Y en las cirugías menores es donde vemos que pasa de un 1% de mortalidad a un 16.3%.
Y la solución, por desgracia, no es tan sencilla como nos gustaría pensar. Porque dejar de realizar cirugías no es una opción. Tal vez las electivas sí, e incluso algunas de las menores. Pero no se pueden suspender todas las cirugías para todos los pacientes de COVID-19.
Por poner sólo un ejemplo, no se puede dejar de operar a un paciente de cáncer por la COVID-19. Sí, es cierto que la probabilidad de morir es mayor, pero tal vez el riesgo para la vida del paciente que supone el cáncer sea mayor.
Al menos, ya tenemos información. Y con esa información se pueden diseñar maneras de reducir los riesgos, evitar las cirugías que no sean imprescindibles, y darle a los pacientes la opción de escoger. Al menos, sabemos más.
Parece que las malas noticias sobre la COVID-19 no paran de llegar. La última, publicada recientemente en la prestigiosa revista The Lancet, nos explica que los pacientes de COVID-19 tienen más posibilidades de morir si tienen que pasar por una operación. Y los resultados que explica lo dejan bien claro: en algunos casos las probabilidades pasan de apenas un uno por ciento a más de un 16%.
El estudio ha recogido información de 235 hospitales en 24 países, principalmente en Europa pero también en África, Asia o América. Y lo que han encontrado es un aumento en la mortalidad postoperatoria – el dato concreto es la mortalidad total a treinta días, que recoge las defunciones que han tenido lugar desde que el paciente sale del quirófano hasta treinta días después.
Lo interesante es que el aumento de mortalidad se observa en todos los subgrupos analizados. Es decir, en todos los tramos de edad, pero también en los pacientes que tenían enfermedades previas y los que no, los pacientes de alta y baja gravedad, y en todos los tipos de cirugía.
Este último dato es interesante. Porque podemos entender que si alguien está infectado de COVID-19 y tiene que pasar por cirugía de emergencia, de esas que son “a vida o muerte”, el riesgo de muerte es mayor. Pero es que también se da un aumento en las cirugías menores y en las electivas – las que el paciente decide sufrir, pero que no son necesarias para mantenerlo con vida. Y en las cirugías menores es donde vemos que pasa de un 1% de mortalidad a un 16.3%.
Y la solución, por desgracia, no es tan sencilla como nos gustaría pensar. Porque dejar de realizar cirugías no es una opción. Tal vez las electivas sí, e incluso algunas de las menores. Pero no se pueden suspender todas las cirugías para todos los pacientes de COVID-19.
Por poner sólo un ejemplo, no se puede dejar de operar a un paciente de cáncer por la COVID-19. Sí, es cierto que la probabilidad de morir es mayor, pero tal vez el riesgo para la vida del paciente que supone el cáncer sea mayor.
Al menos, ya tenemos información. Y con esa información se pueden diseñar maneras de reducir los riesgos, evitar las cirugías que no sean imprescindibles, y darle a los pacientes la opción de escoger. Al menos, sabemos más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario