las dejo para que se sorprendan y la disfruten"
Paula Cambell. Es el mítico personaje de la canción
homónima y célebre del maestro Rubén Blades. Bostoniana de origen irlandés, tres años mayor que él, vive todavía en el mismo apartamento de Nueva York , "por la vereda del ocho y el dos" que compartió con Blades cuando fueron pareja, durante unos siete años. Este es un extracto traducido de la entrevista con ella, en octubre de 1998, hecha para la semblanza de Blades por la periodista Allison Weinstock, quien lleva la página www.maestravida.com.
homónima y célebre del maestro Rubén Blades. Bostoniana de origen irlandés, tres años mayor que él, vive todavía en el mismo apartamento de Nueva York , "por la vereda del ocho y el dos" que compartió con Blades cuando fueron pareja, durante unos siete años. Este es un extracto traducido de la entrevista con ella, en octubre de 1998, hecha para la semblanza de Blades por la periodista Allison Weinstock, quien lleva la página www.maestravida.com.
"....Rubén consiguió un trabajo en el servicio de correos de la Fania Records en Manhattan. Llevaba la correspondencia, cargaba instrumentos, pero seguía componiendo. Pronto los músicos firmados con este sello comenzaron a grabar canciones de su autoría: Richie Ray, Bobby Cruz, Ismael Miranda (que fue uno de los primeros en reconocer sus letras), Roberto Roena, Tito Puente, Ray Barretto.
Cada vez que tenía oportunidad iba al estudio de grabación a ver si le dejaban hacer los coros. El empleo en el correo de la Fania terminó abriéndole las puertas de la popularidad.
“Rubén es un soñador. Escribía canciones todo el tiempo sobre la gente que veía a su alrededor en nuestro vecindario y sobre personajes que inventaba. Me tocaba cada nueva canción en su guitarra. Era muy curioso sobre la gente y sus vidas y nunca olvidaba las historias que le contaban. Yo, literalmente, vi a Rubén pasar de rodar un carrito lleno de cartas por las calles de Nueva York a convertirse en una celebridad internacional”, escribe Paula C., su ex novia.
Se conocieron cuando ella trabajaba en Liberty House, una cooperativa de manualidades organizada por activistas de los derechos civiles. Un día vino él a la tienda porque había oído hablar de ella. Y ella de él. Él tenía 27 años y ella 31.
No tardaron en mudarse juntos. Paula C., una bostoniana de ascendencia irlandesa, tiene ahora 65 años y habita todavía el apartamento de la Calle 82 del West Side de Manhattan donde vivió con él, donde ha vivido durante 40 años. Trabaja para una compañía especializada en medios y tecnología, confecciona los trajes de Halloween de los hijos de su sobrina, viaja de vez en cuando.
No quiere revelar aquí el resto de las letras de su apellido, aunque él ya lo hizo una vez en su show por internet. Su testimonio tiene el mismo tono misterioso de esa inicial de su nombre. Es prolija en sus respuestas, sí, pero no puedo palpar de ella más que lo que está en las fotos de esa época junto a Blades (cabello abundante y marrón, rasgos finos, ojos grandes), y ese archivo de Word con sus respuestas. Las envió por medio de Alison Weinstock, también de Boston, una muy acuciosa investigadora de la trayectoria de Rubén Blades. Weinstock, que conoció a Blades en el cine antes que en los discos, ha puesto todo lo que sabe sobre su vida pública (TO-DO) en su sitio web maestravida.com. También un testimonio de Paula C., quien luego le dio a Weinstock algún material para la memorabilia que está en la Loeb Music Library de la Universidad de Harvard, un archivo que ella creó, junto con José Massó, y que ahora coordina.
Un día, en 1978, Paula C., y Rubén tuvieron una de esas peleas casi definitivas, y ella lo echó de la casa. Él metió su ropa en tres bolsas de basura y se fue al apartamento de su amigo venezolano César Miguel Rondón, escritor, locutor y salsófilo, que entonces vivía también en Manhattan. Se quedó allí durante dos meses, como le cuenta Rondón a Leonardo Padrón en el libro de entrevistas Los imposibles.
Ya todo había cambiado para Blades en Nueva York. Había llegado el momento de oro con la orquesta de Ray Barretto, quien tras la ausencia de su cantante Tito Allen llamó a Rubén a una prueba y lo contrató como vocalista junto a Tito Gómez (y Blades debutó en el Madison Square Garden delante de 10 mil personas y olvidó parte de la letra de Indestructible por los nervios). Había cantado con Larry Harlow y ahora celebraba su éxito junto con Willie Colón, en el apogeo de Siembra, el disco más vendido de la historia de la salsa. Tenía la bendición de Tite Curet Alonso. Salía de gira. Pedro Navaja era un personaje que comenzaba a respirar solo.
En casa de Rondón, Blades gestaba Maestra vida. Y compuso la canción: Paula C.
Pasaron siete años juntos, todo terminó a principios de los años ochenta......."
Fuente: Historiando la Salsa
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