miércoles, 6 de mayo de 2020

La recuperación del transporte aerocomercial..

Santo Domingo RD...Transcurridos ya cuatro me­ses,
“nadie tie­ne una idea precisa de las dimensiones del cataclis­mo” que representa la pan­demia provocada por el Covid-19. En palabras del periodista y sociólogo es­pañol Ignacio Ramonet: “La economía mundial se encuentra paralizada por la primera cuarentena glo­bal de la historia”. “Nunca se había visto la economía de todo el planeta frenar en seco”.
Uno de los efectos más perniciosos que dejará es­ta pandemia, después de las lamentables miles de muertes que ha causado por todo el mundo, serán los millones de personas que arrojará sin contem­plación a la marginación en sus distintos niveles de pobreza y pobreza extre­ma, sobre todo en nuestra Latinoamérica, tenida co­mo la región más desigual del planeta, donde se es­pera que solo en este año cerca de 30 millones de personas caerán en esta penosa condición.
Por otra parte, uno de los sectores más perjudi­cados con el cierre de las fronteras en la casi uni­versalidad de países del mundo, lo es el transporte aerocomercial, cuya pa­ralización igual generará más pobreza. Cerca del 90% de la flota mundial, estimada en aproxima­damente 25 mil aviones, ha quedado en tierra, poniendo en riesgo de perder su empleo a un alto porcentaje de los 25 millones de personas (de las cuales 2.9 millones son latinas) cuyos sala­rios dependen de la in­dustria de la aviación ci­vil.
No se trata solo de que la pandemia ha provocado el inicio de una “crisis inédita”, sin precedentes en el diná­mico y exigente sector de la aviación civil y el transporte aéreo, que cada año transporta­ba más de 4,000 millo­nes de pasajeros entre los distintos puntos de la geografía planetaria; más bien, el fenómeno sanitario global ha co­locado a esta industria prácticamente en un es­tado de colapso mun­dial. Las dimensiones y los efectos generados hace casi 19 años por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 no suponen com­paración con los desa­fíos que el Covid-19 le impone hoy a la huma­nidad.
No es para menos, con factores que ya antes di­ficultaban el negocio, co­mo la competencia feroz y sin tregua entre líneas aéreas clásicas y otras de bajo costo; los altos precios del combustible; los obstáculos fiscales en algunos casos; los al­tos costos operacionales, ahora con pérdidas esti­madas en miles de millo­nes de dólares; así como las operaciones parali­zadas, sin fecha exacta para reiniciar, situación que antes que todo, im­pondrá a muchos gobier­nos e instituciones finan­cieras ambiciosos planes de salvamento que evi­ten la bancarrota total o en cascada de impor­tantes líneas aéreas del mundo.
Con el turismo como actividad hermana de la aviación, igualmente de “capa caída”, duramente golpeada por los efectos de un virus que ha obli­gado a las personas a re­cluirse en sus hogares, co­mo enemigo declarado de los viajes y del turis­mo, lo que ha hecho que los dos sectores unan pro­pósitos, en el entendido de que uno depende del otro, y viceversa, a la ho­ra de iniciar los planes de recuperacio´n que les per­mitan volver a ser gene­radores de riqueza para nuestros países.
Entidades líderes del ámbito aeronáutico co­mo la Organización de Aviación Civil Internacio­nal (OACI), la Asociación Internacional de Trans­pore Aéreo (IATA por sus siglas en inglés), el Con­sejo Internacional de Ae­ropuertos (ACI), la Comi­sión Latinoamericana de Aviación Civil (CLAC), y la Corporación Centro­americana de Servicios de Navegación Aérea (CO­CESNA), conscientes del drama crucial que vive la industria, han iniciado contactos y reuniones vir­tuales con las autoridades aeronáuticas de los dis­tintos países, tendentes a explorar todas las posibi­lidades de un reinicio gra­dual en la medida que las circunstancias sanitarias de cada nación vayan per­mitiendo la reapertura de sus fronteras aéreas.
Antes, sin la existen­cia de una vacuna contra el Covid-19, las líneas aé­reas, en base a la coope­ración, la coordinación y el liderazgo de la OACI y la Organización Mundial de la Salud (OMS), deben consensuar estándares de bioseguridad como cla­ves para comenzar a de­volver la confianza al pú­blico, y que este vuelva a viajar confiado de que no va ser contagiado, para lo cual será preciso, mien­tras tanto, como ya lo han decidido algunas lí­neas aéreas de forma uni­lateral, el uso obligatorio de guantes, mascarillas y la realización de pruebas rápidas antes de abordar, entre otras medidas pre­ventivas.
El mundo moderno y la dinámica comercial no se conciben sin el avión co­mo medio de transporte por excelencia para per­sonas y cargas, por lo que su recuperación resul­ta prioritaria, y debe ser fruto de otro gran esfuer­zo de todas las partes in­volucradas en el sistema, incluyendo de forma pre­ponderante los gobiernos nacionales, y sus autori­dades aeronáuticas y sa­nitarias.
De/ALEJANDRO HERRERA

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