viernes, 8 de julio de 2016

La música popular dominicana hacia dónde va.

               El prodigio y Solano analizan la industria y el impacto del género urbano

Cada generación trae consigo códigos que cambian de manera radical el mundo del entretenimiento. La música no ha estado ajena a estos procesos que hacen más impredecible el futuro y los gustos del público. Para muchos, las décadas de los 70, 80 y 90 significaron el mayor brillo de una añorada etapa de oro de la música popular dominicana. Eran los tiempos del merengue, con una notable solidez de las agrupaciones más diversas, y una generación de maestros como Dioni Fernández, Wilfrido Vargas, Bonny Cepeda, Ramón Orlando, Manuel Tejada, Jorge Taveras, Sonny Ovalle y Juancho Viloria, entre otros que formaron parte del cordón umbilical en un movimiento musical sin precedente, donde la creatividad y la preparación académica era notable.

Era una época dorada no solo para el ritmo de la güira y la tambora. Los salseros de grandes luces, baladistas, inolvidables y que aún se mantienen, el movimiento rockero en sus aguas y una creciente popularidad de la bachata mantenían la efervescencia en el mundo del arte y el espectáculo local..

Pero, hacia dónde ha ido esta industria en los últimos tiempos, cuál es la prioridad de las empresas patrocinadoras públicas y privadas, y qué está moviendo el mercado en momentos en que han languidecido las disqueras.


Urbanos, reyes del mercado
El boom del reggaetón y el dembow ha cambiado las reglas del juego con la bendición de la Internet. Mientras se consolidan como los más populares de las fiestas, los principales exponentes de este movimiento urbano están conscientes de que tienen una tarea pendiente por la calidad, especialmente con mejoras en las letras de sus canciones, que son enriquecidas por una caja de ritmos que permite componer, programar y reproducir patrones mediante un secuenciador interno y un generador de sonidos de percusión.

Maestros, como el pianistas, compositor y escritor Rafael Solano, dicen que son muy respetuosos de los códigos de cada generación, pero no esconden su preocupación por el interés económico peligroso, con el que se trabaja en la industria. Solano expreso que lo que persiguen los artistas es tratar de hacer lo que atrae a la gente, lo que vende, y son capaces de hacer o decir cualquier cosas, es una especie de prostitución. Porque ya tú no tienes valor cultural detrás de ti que te impulsa a trabajar con calidad, sino que estás pensando en que la producción se venda...Eso puede traer degeneración, dijo el autor de por amor, la canción Dominicana de mayor proyección en el mundo, También criticó que ya cualquiera se tranca en una habitación con una computadora y cree que hace música..



De-José Nova

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