Las elecciones se asemejan a las encuestas, se dice que son
una “fotografía instantánea” sobre el momento en que se aplica el cuestionario, y por ello se interpreta que representan el estado de ánimo especifico de ese momento del votante o encuestado. Ambos instrumentos son también una ventana que permite inferir lo que podría suceder en el futuro.
Los resultados electorales del pasado 6 de junio en México están modificando el mapa político nacional, cuando los ciudadanos determinan con su voto quién deberá gobernar su entidad, municipio o alcaldía y quién será su representante en el Poder Legislativo local, estatal o federal. Las elecciones intermedias son la redistribución de fuerzas políticas con las que vivirá el país en los siguientes tres años.
Por obvias razones la expectativa mayor radicó en los resultados electorales que podría alcanzar el partido en el poder, Morena, por ser el que fundó y llevó al poder a Andrés Manuel López Obrador. El saldo le favorece al ganar en once de las quince gubernaturas que se disputaron. Lo que indica que avanzó en entidades donde no era mayoría.
En el nivel federal, donde se disputaron 300 diputaciones, los resultados son relativamente favorables porque Morena se mantiene como el partido con el mayor número de legisladores, lo que le permitirá contar en la próxima legislatura con entre 190 y 203 diputados, una vez que le sean asignados los de representación proporcional. Lo que indica que por sí mismo no dominará la Cámara de Diputados y necesitará del apoyo de sus aliados el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México.
Los resultados electorales para Morena y en particular para el presidente López Obrador, son importantes para avanzar en su proyecto de transformación, pero destacan los que indican una redistribución de fuerzas al interior del Poder Legislativo que, en su próxima integración, deberá de actuar con eficacia en las negociaciones que tendrá que emprender con sus adversarios políticos.
Las negociaciones el interior del Poder Legislativo serán clave para el avance del país. Morena deberá pasar de la imposición mayoritaria que practicó en la primera mitad del sexenio, a la negociación en la que tendrá que ceder a las demandas de la oposición.
En política la negociación es fundamental para para alcanzar o mantener el poder, y en el escenario de los siguientes tres años, es previsible que Morena y el presidente tendrán que ceder, empezando con sus “aliados” el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México.
Los dos “compañeros de ruta” de Morena se caracterizan por su pragmatismo, lo que les permite, como camaleón, cambiar de color y todavía más, cambiar de lealtad, dependiendo de los beneficios políticos que obtengan al cambiar de piel.
En el escenario que se presentará en los siguientes tres años el Partido Verde se encontrará ante la oportunidad de operar como fiel de la balanza legislativa, cuando las votaciones requieran de una mayoría calificada, que ni Morena ni la alianza del PAN, PRI y PRD, alcanzan por sí mismos, lo que implica para el Partido Verde la ocasión propicia para “vender caro su amor”, como lo ha hecho en las alianzas que, sin recato alguno, ha establecido con el PAN, de Vicente Fox, el PRI de Roberto Madrazo, Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade.
El Partido Verde también estableció alianza con el PRD, en 2012 obtuvo la gubernatura del estado de Chiapas apoyado por el Panal de Elba Esther Gordillo y el PRI.
Ante el cambio en el poder en 2018, con el triunfo de López Obrador, en 2019 se integró a la alianza “Juntos Haremos Historia”, con Morena y el Partido del Trabajo y con esta agrupación participó en las elecciones de Baja California, Puebla y Quintana Roo.
Los resultados electorales indican que en la Cámara de Diputados federal, el Partido Verde podría tener entre 40 y 48 legisladores, suficientes para “negociar” posiciones al interior de la legislatura y hasta alguna posición destacada en la posible entrada y salida de colaboradores cercanos al presidente López Obrador, que ya dio muestras de ser el “campeón” del pragmatismo, al establecer alianzas hasta con el diablo, con tal de llegar al poder, lo que tendrá que repetir para mantenerlo.
En los próximos tres años las negociaciones podrían subir de valor para el presidente López Obrador que, posiblemente como cristiano que se dice, deberá rezar para que el Partido Verde no lo traicione al aceptar alguna “propuesta difícil de rehusar” de alguno de sus antiguos aliados del PAN, PRI y PRD.
Sin el Partido Verde a su lado en la Cámara de Diputados, Morena y el PT solo tendrán 244 legisladores que no serán suficientes para avanzar en su agenda legislativa y política para “consolidar” la 4T.
Por el momento el presidente López Obrador dice que se siente Feliz, Feliz, Feliz con los resultados electorales que le indican que avanza en el país. Pero su satisfacción podría desvanecerse frente al “pragmatismo” de su socio verde que ya ha demostrado que para él el rumbo que tome el país es lo de menos, siempre y cuando le toque una tajada de poder. Más le vale a AMLO tenerlos contentos.
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