MAR DEL PLATA. - "Tengo 26 años y ya me reemplazó un robot". Jessica Schvarzman, licenciada de administración de empresas, era analista de cuentas a pagar en una empresa y vivió en primera persona cómo la tecnología la obligó a cambiar de puesto laboral. Lo que hacía antes podía ser totalmente automatizado. Sin embargo, no se preocupó. "La buena noticia es que lo que hago ahora es más divertido", sostuvo.
Durante su disertación en el Coloquio de IDEA, que se desarrolla en esta ciudad y reúne a casi 1000 empresarios, Schvartzaman enfatizó la necesidad de no tenerle miedo a los cambios, sino, por el contrario, capacitarse y ver la oportunidad que se generan a raíz de ello.
"Antes, el trabajo rural imperaba. Hoy, sólo 2% de las personas hacen actividades rurales; fueron reemplazados por máquinas y fertilizantes. En ese camino del campo a las ciudades, para trabajar en fábricas y después en oficinas, nadie imaginó que el trabajo podía ser reemplazado por robots", explicó.
La tecnología no la dejó sin trabajo, sino que cambió de puesto en la misma empresa y hoy es parte del equipo del área Robotic Process Automation Team de la misma empresa, en la que trabajan 50 personas con distintos perfiles, desde programadores hasta contadores.
"Dentro del proceso de transformación pasamos distintas etapas hasta que llegamos a un momento donde estaba todo se empezó a automatizar. Los procesos eran pasibles que los hiciera un robot y nos permitió enfocarnos en otras tareas. El que no se adapta a esto, no va poder competir en el mercado", señaló a LA NACION.
"La realidad es que la mayoría de las profesiones del futuro todavía no existen. Van a haber médicos ingenieros, abogados en ciberseguridad... hay que definir en qué marco queremos trabajar", concluyó.
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