Los joyeros de todo el mundo tienen que estar ojo avizor con los diamantes que llegan a sus manos. El trabajo de creación de diamantes sintéticos ha mejorado tanto que simplemente con las técnicas tradicionales de observación de estas piedras ya no es posible decir qué diamante es natural y cuál ha sido creado en laboratorio. Cada vez son más escasos los diamantes de minas naturales, además de estar cuestionados muchas veces por su impacto medioambiental, pero aún así su precio está bajando. La causa puede residir en el número de diamantes sintéticos que están colándose el mercado sin ser detectados. De Beers, una de las grandes firmas dedicadas a la explotación y el comercio de diamantes, a invertido decenas de millones de dólares en nuevas tecnologías con las que identificar diamantes hechos por el hombre. Desde el Instituto Gemológico Español se advierte de que “los métodos tradicionales que habían empleado los joyeros hasta ahora no sirven”. Egor Gavrilenko, director del Laboratorio de Análisis y Certificación de Gemas del Instituto Gemológico Español aconseja que cuando haya la más mínima sospecha se acuda a un laboratorio que verifique la procedencia. En declaraciones a Yahoo, Gavrilenko, asegura que en el Laboratorio del IGE, desde octubre de 2016 se han analizado tres casos de diamantes sintéticos, desde un solitario con un brillante de casi tres quilates hasta un lote de cien quilates de diamantes pequeños (1,3-2,0 mm), todos ellos con intención de venta como naturales. El problema es que un diamante sintético en la actualidad es imposible de distinguir a simple vista. China es la primera potencia mundial en producción de diamantes sintéticos. Según datos de la financiera Morgan Stanley los diamantes artificales van a representar entre un 7,5 y un 15 por ciento de las ventas mundiales en 2020. Hay marcas como Swarovski que han creado su propia línea de diamantes sintéticos, con un precio menor que los naturales y con un certificado que acredita cómo han sido creados, y que destaca su respeto por el medio ambiente y conciencia social. En opinión de Gavrilenko el mercado del diamante repetirá lo ocurrido con rubíes y esmeraldas, que en el siglo pasado comenzaron a ser recreados en laboratorio. “Los profesionales de joyería tuvieron que aprender a diferenciar con seguridad las gemas naturales de las sintéticas, y en caso de dudas acudir a laboratorios especializados. Actualmente, las piedras de color sintéticas tienen su propio nicho en el mercado, claramente diferenciado de las naturales, y el comercio de naturales no se ve afectado por su existencia. Algo parecido debería pasar con los diamantes sintéticos a partir de ahora, aunque para ello es necesario que los joyeros, gemólogos y tasadores de joyas aprendan a diferenciar con seguridad los diamantes sintéticos”, explicatéticas
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