Durante muchas décadas la idea de China que muchos teníamos en la cabeza era la de un país grande, superpoblado y cerrado al mundo exterior. Su tecnología era rudimentaria, poco imaginativa y basada en copiar a bajo precio los dispositivos inventados y desarrollados en otros países. Esta visión ha cambiado radicalmente en apenas unos años y hoy China se ha colocado en la vanguardia de la innovación e investigación científica.
El auge de la ciencia china ha sido tan sorprendente que la propia Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos no ha tenido más remedio que reconocer que el gigante asiático se ha convertido en el país con mayor producción científica del mundo, adelantando a los propios americanos y a sus vecinos japoneses.
En apenas unos años China se ha encaramado al número 1 de la investigación científica y tecnológica, destacando de manera sobresaliente en aspectos tan vitales para el futuro como la biotecnología. Valga este pequeño botón de muestra: ayer, los medios de comunicación de todo el mundo publicaban la noticia de la primera clonación de dos pequeños macacos (Macaca fascicularis) mediante las mismas técnicas que se utilizaron con la célebre oveja Dolly.
Pero… ¿Cómo han conseguido liderar la investigación mundial en tan solo unos años?
Más importante que sus investigadores o sus centros y laboratorios, la clave principal han sido sus políticos. Hace unas décadas la clase política china comprendió que el futuro del mundo está en manos de la ciencia y la tecnología. Se inició un plan nacional en apoyo de la investigación dotándolo de presupuesto y recursos suficientes, se incentivaron las carreras científicas y se desarrolló una legislación amplia y abierta que permitiera a los científicos trabajar con comodidad.
Y este último aspecto es posiblemente el que más revuelo ha suscitado: para muchos esta regulación es demasiado laxa y relajada, una legislación que permite trabajar y experimentar abiertamente mientras que en otros países se han levantado prohibiciones o trabas.
El ejemplo más claro de este debate lo encontramos en una investigación realizada por el Wall Street Journal que afirma que China lleva años utilizando las técnicas de edición genética CRISPR en seres humanos. El diario económico afirma que el gobierno chino inició estas actividades en 2015 y que en la actualidad hay confirmadas 86 intervenciones genéticas en personas, y posiblemente más de 250 han sido tratadas mediante el sistema CRISPR en los últimos tres años.
Por supuesto, todos queremos que la biomedicina avance con rapidez y que encontremos pronto la respuesta a problemas tan acuciantes como los diferentes tipos de cáncer o enfermedades raras que podrían tener una solución mediante técnicas de edición genética. Sin embargo, las medidas de precaución, las fases clínicas y las pruebas son necesarias hasta que aprendamos a utilizar estas novedosas técnicas.
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