Por muchos años, desde principios de la década de 1990, un hombre que se llamaba a sí mismo el sultán Bin Khalid Al Saud, príncipe de la Casa Real de Arabia Saudita, ha vivido y recorrido Estados Unidos dándose una vida de gran lujo, con consumos con valor de muy fuertes sumas en hoteles, restaurantes, tiendas y automóviles.
Sus andanzas se registraron, al menos, en California, Florida, Illinois y Michigan bajo la identidad de un príncipe y diplomático saudita. Pero, en realidad, no se trata de un ostentoso y dispendioso heredero del Medio Oriente sino un artista del fraude, posiblemente el ‘príncipe de los estafadores’, por decirlo de algún modo, que lograba embaucar a personas y comercios para hacer enormes compras a crédito, se hospedada y consumía a placer en lujosos hoteles sin pagar luego la cuenta e incluso logró obtener tarjetas bancarias con enormes líneas de crédito. Todo haciéndose pasar por un príncipe árabe con una fortuna valuada en muchos millones de dólares.
Su historial es largo pero, posiblemente, podría haber topado ya con la pared de la justicia. De acuerdo al relato de Johanna Álvarez en el periódico El Nuevo Herlad, el sujeto en cuestión se llama en realidad Anthony Gignac y es originario de Colombia, sin relación con la monarquía saudita. Pero hasta hace unos meses conducía, cuenta ese diario, un Ferrari California modelo 2016 con placas diplomáticas compradas en el portal eBay, vestía costosos trajes y trataba de hacer jugosos negocios en nombre de su “padre”, el rey de Arabia Saudita. Incluso llegó a afirmar que estudiaba un doctorado en derecho en la Universidad de Harvard y que obtuvo en 2007 una maestría en administración en esa misma institución.
Al tratar de cometer en 2017 uno más de sus engaños, para supuestamente discutir una inversión multimillonaria en un hotel en Miami e incluso abiertamente solicitar regalos por valor de 50.000 dólares a través de un cómplice, fue acusado de fraude y luego arrestado en Nueva York. Enfrenta cargos de conspiración para cometer un crimen, hacerse pasar por un diplomático extranjero, robo de identidad y posesión de arma de fuego por un convicto.
Y es que Gignac tiene un largo historial delictivo en el papel de príncipe saudita.
Al parecer, Anthony Gignac y su hermano Daniel, originarios de Colombia, fueron adoptados por una familia de Michigan, donde se criaron. Gignac habría comenzado sus delitos desde principios de 1990 cuando haciéndose pasar por príncipe saudí defraudó 10,000 dólares en Michigan. Luego, cuenta el Herald, llegó a Florida donde en 1993 se dio una vida opulenta, hospedado en un lujoso hotel y usurpando la identidad de una persona de California para obtener tarjetas de crédito y gastar con ello ampliamente. Pero cuando Gignac fue víctima de un robo y la policía, pensando que era un príncipe árabe, se comunicó con la embajada saudí se reveló que se trataba de un farsante.
Pero Gignac huyó entonces a Chicago, como relató en 1995 el periódico The Spokesman-Review y trató de seguir allí sus fraudes y engaños, pero fue detectado, detenido y devuelto a la Florida. Con todo, logró convencer a un abogado de que en efecto era un príncipe y logró salir bajo fianza. Al poco se presentó en una agencia de American Express en Miami y consiguió, sorprendentemente, una tarjeta Platinum con enorme capacidad de compra, según algunas fuentes del orden de los 200 millones de dólares. Con ello compró miles de dólares en joyas, se dio suntuosas cenas y adquirió ropa de famosas marcas. Al final la tarjeta le fue cancelada, Gignac huyó a Nueva York y fue allí detenido y devuelto a la cárcel en Florida.
Pero eso no frenó sus andanzas. Años después, como narró en 2002 el periódico Orlando Sentinel, Gignac conducía en Orlando un Mercedes Benz convertible (que le fue rentado cuando él dijo ser un príncipe árabe) cuando fue interceptado y detenido por la policía, luego de que había hecho compras fraudulentas por unos 27.000 dólares
Y, nuevamente, después de pasar cierto tiempo en la cárcel, continuó con sus andadas. Una nota de la agencia AP de 2003 señala que Gignac fue detectado en el área de Detroit por funcionarios de las tiendas departamentales de lujo Nieman Marcus y Saks Fifth Avenue. Fue nuevamente detenido y acusado de fraude con tarjeta de crédito.
De acuerdo a El Nuevo Herald, Gignac estuvo en prisión en Michigan entre 2004 y 2006 y estuvo en situación de libertad bajo palabra hasta 2009. Al parecer, desde entonces hasta 2017 mantuvo un muy bajo perfil, hasta que volvió a Miami para tratar de perpetrar engaños con su falso negocio hotelero. Actualmente está sujeto a proceso y, dados sus antecedentes y su reincidencia, podría recibir una condena de hasta 10 años, que lo apartaría por mucho tiempo de las calles.
Pero quizá no caído aún el telón en la carrera de Gignac y en una década podría tratar de representar nuevamente el papel de un príncipe árabe que, pese a sus éxitos delictivos, al final ha resultado fallido.
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